Reductos de felicidad

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 Cualquier lugar es bueno cuando tenemos que descansar. Por «siesta» entendemos ese periodo de tiempo  que destinamos para dormir después de la comida. Pero también existe otro tipo de siesta que la hacemos algunas veces cuando sentimos esa sensación de embeleso y satisfacción minutos antes de comer.  Le damos el nombre de la «siesta de borrego» y nos conforta de tal manera que bien diría yo que me sabe mejor que la de después. Pero como hay gustos para todos y cada cual sabe y toma la decisión de hacer «sofin o banquin» cuando lo necesite, yo lo respeto. Por muy incómodos que estemos a veces estamos tan rendidos que cualquier cosa vale para despatarrarnos y descansar. Más aún ahora, en plena calor, cuando las noches son interminables, los mosquitos nos acribillan y los bares de la calle no cierran hasta bien entrada la mañana. Entonces el jergón se convierte en la cama de una princesa donde los sueños casi se hacer realidad, aunque algunos lo utilicen para dormirla en el buen sentido de la expresión.  No cuesta nada el probar y decidan ustedes si hacen  «siesta o siesta del borrego». Será como renacer a la vida. Eso sí, los veinte minutos que destinamos a la siesta convencional está demostrado que nos beneficia a todos en salud. Solo veinte minutos y hasta los chinos la han puesto de moda en  sus empresas y ¡esos lo saben todo!

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