Vivimos en una sociedad que no le da verdadero protagonismo a las pequeñeces. Y con eso no quiero decir que porque una cosa sea de tamaño reducido carezca de valor para dárselo. Son ingredientes cotidianos que inflamos de manera desproporcionada olvidándonos de lo realmente  verdadero. ¡Qué insignificantes somos los seres humanos cuando nos creemos superiores a todo ese escenario que llamamos mundo y que nos vanagloriamos con decir que lo podemos controlar! Nada más alejado de la realidad. Los hermanos Machado fueron unos escritores que nos dejaron obras llenas de sutileza y encanto, pero las «machadas» que estamos viendo cada día nos colocan en los lugares más bajos de la credulidad, el respeto, y la legalidad. ¿Cómo vamos a enderezar esta rama del árbol que se arquea sin remisión por falta de equilibrio y consenso? ¿Vamos a empezar a matar moscas a cañonazos para demostrar que somos fuertes y valientes? .La valentía no se mide con la violencia y la fuerza es el peor de los recursos que el ser humano tiene para doblegar a los que no tienen nuestra misma forma de pensar. ¿ Hay que establecer una contienda para que se rindan?. La ley está por encima de todos y hay que cumplirla pero también hay que respetarla porque en cada campo de batalla si nos dormimos en los laureles mucho tiempo no es oportuno  correr a porrazos a todos los que no comulguen  con nuestras mismas ideas. Pequeñas cosas que con la desidia y la indiferencia llegan a convertirse en grandes problemas.  Y hoy ya no es el momento de lamentarse. Los pequeños grandes valientes son los que tienen ahora la sartén por el mango.