Cuando creamos ese abismo insalvable entre dos personas uno de ellas se convierte en el solitario que busca esa sensación de intimidad al principio, pero que al final ese sentimiento de aislamiento se vuelve complejo y confuso. Estamos en un mundo de solitarios pero más aún cuando creamos ese vacío que, por rencillas, celos o conveniencias nos distancia  cada vez más. La persona significa lo más perfecto de la naturaleza que no debe vivir aislada de los otros , pero cuando ese aislamiento es intencionado por una parte el deterioro interior de esa  parte es  irreversible. Jugamos a ser los jueces de los demás y no reparamos que quienes más juzgados deberíamos estar somos nosotros.  «Desconfío de la incomunicabilidad, es la fuente de toda violencia» (Jean Paul Sartre) Esta forma de proceder se extiende hasta los escenarios más variopintos de la sociedad actual y cada vez somos más los que denunciamos estos hechos pero que bien poco hacemos por mejorar la situación. El don de la palabra es lo más grandioso que tiene el hombre pero que poco la respetamos y hacemos uso correcto de ella. Su poder es tan inmenso que con solo una bien dicha y en el momento oportuno las contiendas de la civilización se habrían redimido y en las futuras sería algo para comenzar. Porque allí donde la vida levanta muros la inteligencia abra una salida. Hablar es inteligente, no lo olvidemos.