Con tus siete colores festoneando el sueño de quienes te miran. El reflejo de ese arco iris, sobre el olor que produce la lluvia al caer sobre la tierra seca y sedienta. Las bocas de los cauces de los ríos, los pantanos y las llanuras desiertas y extensas de los olivares. Hoy todo es un comienzo, un renacer. Bajo el aliento cálido y uniforme que recibe el campo de las nubes, ahuyentando esa sed que hace reverdecer nuevamente su sonrisa apagada. Puntos de luz que ya se abren a los instantes en sombra. Que van creando un arpegio de destellos húmedos en la interminable letanía de las tardes del invierno.