A través del agua podemos diseñar nuevos paisajes, encontrar bellos refugios para instalarnos y desmontar todo aquello que nos confunde y nos traiciona. Porque el agua es como nuestro espejo. Ese cristal que nos refleja delante y detrás lo que a veces no conseguimos descubrir. Pero el agua es mucho más que eso. Es la sabiduría del ciclo natural de la vida. Desde donde se acumula toda esa fuerza que luego baja hasta nosotros. En una sola gota de agua podemos encerrar todo el mundo, ya que sin ella no podría ser. Hoy en día son muchos los que buscan desesperadamente ese valioso tesoro y que otros no consideramos como clave para que la vida continúe. El mar, los océanos, los ríos nos demanda prontitud y decisiones firmes para que este bien llegue a todos. No es posible atrapar toda el agua del planeta para hacernos con ella y comerciar con algo que no nos pertenece a unos pocos. Pero el hombre busca arrancar lo que no es de ley a quienes menos poder tienen para abastecerse. No somos conscientes de nuestra avara manía de controlarlo todo. Observé, entre las grietas de un paisaje desolado por la sequía a un brote verde que miraba al sol con desespero. Después me di cuenta de que con unas gotas de lluvia saldría de esa agonía. Quizás, cuando vuelva a pasar por allí encuentre una frondosa enredadera con flores y hojas verdes que sonrían a mi paso. Quiero pensar que eso suceda, por el bien de la humanidad. Porque el agua, en su cristalina forma nos reflejará siempre lo que realmente somos.