Paisaje de otro tiempo

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Se nos antoja ya tan lejano ese tiempo en el que ya anduvimos. Bien en presencia o tal vez por lo que nos contaron. Percibo el aire perfumado de un estío de hace bastantes estaciones donde la pluma del artista consagró un minuto de su existencia en un lugar de su vida. Pero, ¿ qué nos puede provocar el cruzar esa cortina de luz? Tras su paleta nos sentimos partícipes de ese momento. El recuerdo queda relegado para dar paso a la emoción que subyace desde el agua de la acequia o el repicar de la torre del campanario de una vieja iglesia de pueblo. ¿Es entonces cuando nos transformamos? Tal vez sí y lo hacemos conscientes de ese módulo que en la distancia de ese tiempo no nos abandona jamás.

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