Somos pasajeros en un mundo de altos y de bajos. Existe ese punto desde el cual todo emerge y a donde llegan todas nuestras decisiones más complejas. Por mucho que giremos alrededor de ella siempre existen esos puntos complejos que hacen saltar la chispa. No cabe la menor duda de que en muchas ocasiones se nos pasan desapercibidos, pero no debería de serlo. Hay que escuchar el mensaje de todo aquello que nos ocurre y tratar de colocar esas teclas del piano de la armonía de nuestra existencia, o sino quedamos desafinados para siempre. Vara a vara, tecla a tecla y al unísono debe girar la la noria de nuestra vida. Entre sus acordes y sus desacuerdos pero nuestra vida al fin. Lo más de lo más y se merece un respeto a ser protegida y a ser cuidada. Lo demás es un cumulo de adornos que lo único que hacen es despistarnos de las cosas importantes. Nuestra toma de conciencia es nuestra determinación a ese cambio, a ese comienzo con las manos limpias y la mirada hasta donde nos alcanza, en lo más alto de esa rueda, y que nos incita a intentarlo. No se trata de abandonar sino de reconstruir lo que el tiempo y las circunstancia han ido estropeando. Y en cada cesto de ella esta la nueva oportunidad para conseguirlo.