El mar, esa maravilla de la naturaleza que nos enamora o nos hace odiarlo. Precioso cuando está en calma y refleja el cielo azul festoneando con un encaje blanco sus esquinas. Ese espejo del sol y el amante del marino, del aventuro, del artista y de todos los que gustamos de contemplarle en su majestuosidad. Pero ese duende que vive en él a veces se enfada y arremete contra todo lo que está a su alcance. Su fuerza es inquebrantable cuando los temporales acechan barriendo el encanto de ese cuadro inspirador y confidente que se nos muestra frente a la ventana. Y es también entonces cuando su bravura nos hechiza de forma alarmante haciéndonos sacar de él instantes como estos. La costas de Canarias se vieron azotadas por las enormes olas que, en las costas de Martianez, reflejaban esta mañana imágenes como estas.