
Tienda de antigüedades, Jerusalén, Rafael Barreto.
Todos tenemos ese lugar en el que guardar aquello que deseamos preservar en el tiempo. Rincones con vida propia y también con un leguaje que no tiene caducidad. Porque el tiempo de esos detalles no existe ya que nunca se ha extinguido. Por mucho que pasen los años siguen siendo lo que eran, conteniendo su idiosincrasia y su esencia, su personal belleza y su extraña historia. Y es que todos ellos llevan arrastras el mensaje para lo que fueron creados. ¿Quién no tiene ese detalle que por insignificante que sea abraza toda vivencia en nuestro recuerdo?