Y el bosque parece despertar de su letargo el mundo vuelve a abrirnos esa ventana que permanecía cerrada. Sin apenas darnos cuenta de ello la luz irrumpe sin pedirnos permiso en el vacío inmenso de su silencio. Ya todo nos parece verdad porque nuestros ojos ven con claridad aquello que permanecía oscuro y triste. Detrás no hay nada ya de todo aquello que nos condicionaba a cada instante con su misterio. Solamente hay un resplandor frente a nosotros que nos invita acercarnos hasta esa luz que ya forma parte de nuestra existencia. El bosque seguirá durmiendo en su sopor de invierno pero en sus ramas los pajarillos permanecerán atentos a cada nuevo amanecer.