Vino la gaviota. En ese día 13 de diciembre frío y gris. Sobre el alfeizar de la ventana se dejaba mirar y su belleza eclipsaba el entorno. Desde el mar a la ciudad con sus blancas plumas y su mirada en calma. Como si todos los días hiciese ese viaje. Sus largas patas sentían el frío mármol de la ventana en una placidez ajena a todos pero que inspiraba ternura. Con la ciudad de Barcelona al fondo y la Plaza de Cataluña a sus pies se sintió la reina en aquella mañana fría y gris de un 13 de diciembre.