Quizás nos resulte un poco arriesgado ligar la palabra efecto con impacto. Dos términos casi iguales pero que no lo son. El efecto se envuelve de sensualidad, misterio, magia y volatilidad, ya que son muchos los que los suelen definir como algo preparado. La vida se compone de efectos porque son estos los que nos condicionan de manera alarmante sin apenas darnos cuenta de ello. El efecto look, el de relax, ensoñación. Todos actúan como pinceladas que tarde o temprano nos influyen o nos marcan. Como la luz, colocada en hilera por estas velas, siendo la guía el efecto de constancia y sincronía. Todo lo contario del impacto que ya nos puede causar una sensación más brusca. Pero no todos los impactos son terroríficos. Los hay de sorpresa por algo que no esperamos y de lo que nos alegramos, como bien podía ser la Lotería. Otros sin embargo consiguen hacernos daño por esa ruptura inesperada y sin retorno de muchas vivencias personales. Tal vez muchos de esos impactos podrían haberse evitado o por lo contrario nos advierten de algo que todavía pude tener remedio. Cuestión de suerte o no. El hombre como ser racional es el principal hacedor de estas dos sintonías del destino. » En la vida, a todos se nos dan posibilidades de elección y de oportunidades, pero han de ser nuestros propios pasos los que nos lleven a lo que es real y, por tanto, duradero».