Hoy día 18 de enero conmemoramos el día de la Shoá o día del Holocausto. Cicerón decía que la historia es la luz de los pueblos, la memoria de la humanidad. Y más que nunca en este día debemos reivindicar tales palabras. Los seis millones de judíos exterminados por los nazis hacen de esta jornada un momento de reflexión. Ese dolor absurdo es lo que no debemos olvidar jamás. «Haber sido es la forma más segura de ser», palabras Víctor Falk, médico que vivió en un de los campos de concentración nazis y que nos enseñó a crear conciencia de ese horror para salir adelante. Esa fuerza de seguir donde la palabra Vida (lejaím) y la conciencia del amor propio están tan profundamente arraigadas en las cosas más elevadas que no se pueden arrancar ni viviendo en un campo de concentración. Tenemos una deuda inmensa con el pueblo judío. Un pueblo que ha vivido dos experiencias en 100 años; la experiencia viva y esperanzadora de los judíos volviendo a la tierra de Israel y la dolorosa y trágica de aquellos que quedaron por el camino durante el Holocausto. Hoy no miremos solamente atrás porque lejaím, la vida, sigue renovándose.