Super yo

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El «ego» es un término difícil de definir. La instancia consciente de un individuo humano y por la cual toda persona se puede hacer responsable de su identidad y de sus relaciones con los demás individuos. Estamos rodeados de ególatras porque hoy la sociedad los crea como champiñones. Viviendo en esa unidad individual que los mantiene fieles a sí mismos arropados en ese «superyó»  que les traiciona cuando las ansias de poder superan todos los parámetros. Asistimos a nombramientos y congresos todos los días donde ese gran corruptor del hombre público que es el ego, mira a los problemas y distrae la atención. Siendo la egolatría la fuente de todas las miserias matamos el talento haciendo de él un arma que a la larga nos hace caer. En esa jaula de grillos en la que se halla inmersa Europa carecemos ya de principios solventes para que nos lleguen a creer haciendo las cosas como las estamos haciendo. No hay un más allá en este momento de la historia de nuestra humanidad porque estamos contribuyendo al desalojo de un bienestar que un día se creyó muy bueno pero que hoy las máscaras de los «egos» marcan la diferencia entre progreso y caída. Los grupúsculos que nacen a diario se encargan de contribuir a la decadencia y la confrontación. Y el hombre como ser pensante no es capaz de asistir a esta epidemia global que deteriora y preocupa. «No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma».  Krishnamurti.

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