Siendo capaces de diseñar esos caminos a la sombra vamos tejiendo los momentos en esa esfera mental llamada tiempo. Pero a veces nos dejamos llevar por los modismos y nos convertimos en meros espectadores de la vulgar sincronicidad de la influencias que a menudos nos hacen caer a merced de ellas. Estar inmersos en ese sueño emocional que solo nos configura y nos merma por la falta de voluntad de decir lo que libremente pensamos. En el laberinto de luces y sombras de esos jardines que hoy se encuadran en los años siete de mi memoria. Fecha que a primera vista no nos dice nada pero que si escarbamos en ellos es ahí donde todo se pespuntea y se da color. Los siente primeros años de nuestra vida marcan un antes y un después que de forma aleatoria nos irán refrescando instantes ente colores, sonidos y olor. Esa autentica presencia que a pesar del tiempo seguirá concibiendo y suscribiendo paginas de aquel despertar.