Una calle es el fiel testigo de historias que pasan sobre ella. Con su silencio observante formatea cada uno de los movimientos, sus luces y sus sombras. Las estaciones y los acontecimientos. Entre sus paredes se escriben los sonetos más variopintos que se puedan encontrar ya que una calle es la rúbrica de lo que ha pasado por allí. Habitadas por las personas que se sientan a ver lo que pasa y en sus esquinas, terrazas y tiendas están los que las hacen posible. Pero una calle es una arteria principal de un pueblo en cuyo corazón late la esencia del mismo. En una ciudad todo sucede muy deprisa y apenas nos da tiempo de releer lo visto. Por el contrario en los pueblos todo puede llegar a suceder una o más veces. Calle arriba y calle abajo con esos faroles que apenas alumbran pero que jamás dejarán que nos perdamos por ellas. A esos testigos fieles y silenciosos que hacen que comencemos a dar nuestro primer paso en ellas para continuar con nuestra vida.