Es bonito tropezarse por las calles y plazas con esas esculturas anónimas o no que emergen desde la tierra dándonos esa sensación de libertad doctrinada. Con su esbelta sencillez podemos crear en nuestra imaginación todo un elenco de significados que aunque no sean del todo los que el autor quiere mostrar nos hace protagonistas de su mensaje. Sin lugar a dudas lo que no podemos ignorar son las señas de identidad de su creador que, por muy anónimo que sea, ya ha puesto parte de su legado en nuestra ciudad. (Imagen tomada en Jerusalén por RB)