Voy a hablar de la desertización pero no voy a poner una imagen de la agonía del planeta. Quiero conservar en mi retina el verde las plantas y frescor de los estanques. Lo otro ya lo hemos visto. Tratar de enseñar al mundo algo que el mundo no quiere entender es una labor perdida pero no por eso debemos abandonar la idea de salvar de una muerte segura la planeta y como consecuencia a nosotros mismos. La desertización es ese proceso evolutivo natural de una región hacia unas condiciones morfológicas, climáticas y ambientales conocidas como desierto. Nos hemos instalado en la superficie de las cosas y no miramos abajo, donde estas se fraguan. Somos adictos a esos temas que no aparecen en los debates y que nadie quiere mencionar pero que todos vemos surgir desde un mundo de mentiras. No nos permiten pensar para que no descubramos lo que no quieren que se descubra a esos triunfadores de una época y a los que solo les basta con el orgullo. Son muchos los ya han tomado conciencia de la tragedia medioambiental que nos cubre pero siempre están esos creadores de muros a los que no les interesa. Nada más absurdo, pues ellos también llegarán a ser víctimas y aunque ahora lo nieguen el dinero y el poder no son nada para comprar la vida. Por eso no he querido colocar una imagen de la tragedia que vive nuestro planeta, sino la imagen de la razón por la cual el color, el frescor y la vida son nuestro mayor compromiso. (Imagen: Jardín Botánico Puerto de la Cruz, Tenerife)