Los pueblos tienen su idiosincrasia innata. Sus costumbres, su cultura y su tradición es lo que realmente marca un lugar en sus características. A parte de sus infraestructuras, sus costumbres y sus credo está y muy por encima de muchas de estas sus costumbres sus mercados. Su forma de ser, de vivir, alimentarse forman parte fundamental de sus señas de identidad. La base de un pueblo se mide por su forma de crecer y con ello estamos incluyendo su alimentación, base para todo progreso. Si visitamos algún lugar del mundo y dejamos de escurrirnos por sus mercados nos iremos de él sin esa parte de ese complemento que es realmente el que nos muestra la cara de sus habitantes. Codo con codo con sus gentes llegamos a saborear la gran de cultura que subyace desde sus mercados, sus tiendas pequeñas y familiares y donde los olores, sabores y costumbres son el hilo conductor de ese mensaje al mundo. Nunca dejemos de visitar cualquier lugar sin pasar un rato callejeando por sus mercados y haciéndonos participes de esa cultura sabia de las cosas, de las gentes y de los pueblos. Tenerlo presente siempre. Foto. R/B Jerusalén.