
Estamos configurando un escenario anómalo, disconforme, muy atrevido y peligroso. No pensamos. Preferimos cerrarnos en banda y ofuscarnos cuando vemos que se nos escapa de control una situación que ha llegado muy lejos. Escuchar es tan dificil hoy en día. Dialogar es como una batalla sin cuartel donde solamente unos pueden elevar la voz sobre los otros creyéndose siempre en poder de la verdad. ¿Es que el hombre se ha desvirtuado tanto? Cuando el propblema se desparrama de tal manera que ya ni un médico chino puede ponerle contrafuertes, la cosa no pinta nada bien. Que facil sería pensar un poco en el pueblo y no solamente en los escaños y asientos que vamos de desfondar con nuestra permanencia en el «foro de las discusiones políticas», o sea en el Congreso de los Diputados de España. Nuestra nacion no merece tal vejación ni humillación frente al mundo. Todos nuestros políticos están a la misma altura porque de ninguno de ellos sacamos algo en claro. En esa simplicidad de lo confuso está la razón de tantas cosas. Solamente hay que rascar un poco en el terreno y encontrar el sendero acertado. No mirar desde arriba y solo ver rencores y amenazas. Siempre hay un punto desde el cual comenzar a hilar ese proyecto común. ¿Cuantas veces nos hemos desesperado frente a algo y al final la solución es tan simple que apenas nos hemos dado cuenta de ello. Somos mediocres por desgracia.