
En este día 17 de este diario quiero hacer un pequeño homenaje a esas personas que están librando una batalla muy dura contra la enfermedad. Frente a lo desconocido y sin demasiados medios son incondicionales en su labor y humanos en cuanto a sus sentimientos. ¿Qué harían todas esa personas que se encuentran en los pasillos de los hospitales sin esa mirada que les anima y les consuela? No somos del todo conscientes y si nuestros gobiernos se parasen un segundo a pensar lo que allí sucede más de uno renunciaría. Hemos presumido durante años de tener un sistema sanitario del diez y no es así. Tenemos unos sanitarios «cum laude» en todas sus especialidades. Solo que no hemos sabido mimar a quien nos cuida y eso pasa factura. Esa ciencia dedicada al estudio de la vida en todas sus connotaciones . A la salud y a la enfermedad, sin olvidarnos de la muerte. La ciencia y la medicina tienen una relación indispensable.Son un arte humano. Unir racionalidad y actualidad circustancial conforman ese maridaje de prudencia que les permite ver y preveer a través de la incertidumbre. La medicina se basa en la ciencia, pues tiene que probar y comprobar las veces que sea necesario siendo fría y estricta, precisa a la vez que amable ya que su fin es el bienestar de la persona. La relación entre el médico y el paciente es la magia inconsciente que basandose en la esperanza tratará de superar la enfermedad. Termino con las palabras de una mujer científica que también se subió a los hombros de un gigante;»Soy de las personas que piensan que piensan que la ciencia tiene una gran belleza. Un científico en su laboratorio no es solo un técnico, es también un niño colocado ante fenómenos naturales que le impresionan como un cuento de hadas». Marie Curie.
