
Cayendo va el agua pero no horada a la piedra porque ha es un pez de mármol el que la expulsa. En un rincón de la Alcazaba malagueña se rubrican los días en la contemplación agradecida de todas sus estancias. Rincones y pinceladas de una página de la historia. Entre sus pasillos se escucha el eco acompasado de las campanas de la cercana catedral y la sirena del algún barco que llega hasta su puerto. Mientras en el sonar de esa fresca pila blanca duermen los días y sus meses que pasean a diario por sus jardínes. ¿Cómo olvidar aquella tarde en la que sentímos su presencia junto a nosotras, ignorantes de que a pocas horas todo ese mundo quedaría en el ensueño? A veces la vida te da la oportunidad de vivir ese último momento cuando todo está a punto de cambiar.