
El comienzo de todas las cosas. La naturaleza es por sí misma la base que simboliza el principio de esa revolución silenciosa donde todo tiene cabida y no necesariamente necesita de una explicación compleja. El incio de todas esas cosas que aún antes de conocerlas ya están presentes en cada uno de nosotros y sin embargo no hemos descubierto. Pero todo tiene su tiempo para evolucionar y crecer. Para nacer y también para morir. No podemos poner el turbo para que el proceso de la vida vaya mucho más deprisa. Todo a su tiempo y en su momento oportuno, ya que de lo contario estaríamos creando infortunios naturales de lo que nos llegaríamos a arrepentir. El dinero no puede comprar el poder ni la autoridad, sea cual sea ésta. Nos estamos enfrentando a una carrera en el tiempo en la que «el tiempo» no está incluido y eso suene pasar factura. Estamos descubriendo a esos héroes de pies de barro que desafían lo incuestionable envueltos en una halo de soberbia y de destrucción. El comienzo es el primer paso para que todo fluya ordenadamente y así concluir con un término de satisfacción para el bien y no para el poder. Y es precisamente ahí donde se retrata el comportamiento de la persona frente a la vida.