

Ayer, cuando noviembre se presentaba la luna se prendía como un broche sobre el cielo. Empezó sigilosa a asomar su blanca cara sobre los tejados y haciéndonos un guiño trató de disimular su presencia entre las ramas de las palmeras. Pero al fin encontró el lugar perfecto para hacerse tan visible que nadie pudo resistirse a apermanecer unos minutos hipnotizados por su presencia. Y nos vió y nos sorprendió como lo hace siempre. Contemplar a la luna es reinventar ese momento único que nunca va ser igual ante nuestros ojos.