
Aunque la certeza del futuro se escabulle hoy entre las ramas de esa incógnita que todos queremos resolver pero que muy pocos serán capaces de conseguirlo, creemos que todo será como un abrir y cerrar de ojos. Nada más alejado de la realidad. Mientras los espejos de Blancanieves estan agotados de ver siempre a esos mismos rostros sedientos de protagonismo y ambición, donde la imágen que ven ellos les confinde pero no les apoya ya que en ese vivo deseo de propiciar soluciones intentan cubrirse las espaldas y que carguen otros con sus fracasos. Lás lámparas maravillosas que todos frotan con efusividad para hacer promesas que nunca se van a cumplir y rubricar derechos que a la de cambio se venderán como algo obsoleto hace presagiar el tumulto de condiciones insuperables en ese estado del bienestar al que todos hacen referencia. Como una cáscara de nuez a la deriva se balancea el futuro y donde no caben los que buscan algo mejor se les arincona para que no salgan de esos guetos confomados para evitar su expansión. La sinfonía de ese futuro se escibe ya con pluma y también con misterio. Con indignidad y con hastío haciendo del mundo y de las naciones espacios muertos y personas sin objetivos de vida. Encontrar la piedra folosofal que devuelva al hombre lo que le pertenece y los espejos de Blancanieves queden obsoletos para siempre. Las lámparas se vean alimentadas por luces de esperanza y las contiendas políticas se cubran de la rumbre del olvido. Quizás en ese momento las sinfonías del futuro vuelvan a enaltecerse bajo la podera e inimitable razón de ser del hombre.