
El mar, confidente y leal compañero que nos abstraes y también nos liberas de tensiones y de fantasmas. Junto a nosotros gimes y te desperezas en esa fusión única de vaivenes y de olas. De sonidos y de reclamos que acuartelas entre tus ondas las más bellas melodias de tu lenguaje. Mar y distancia pero también camino y directrices hacia la hinóspita silueta de los sueños que emergen a diario entre nuestros deseos. Los espejos azules que atesoran tantos rostros que más de una vez nos hemos mirado entre tus cristalinas aguas. Mar, semblanza azul y brisas de sal en mi memoria siento más que nunca los atrevidos flases de otros tiempos que también me hicieron crecer contigo.

Atípica Navidad en la que se distorsiona esa realidad palpable de tantos deseos y en otros desánimos que al unísono nos han diseñado la panorámica triste de este fin de año 2020. Los deseos se escriben ahora con letra de plata para intentar acercar esa normal existencia a la que estábamos tan acostumbrados. Este cielo que nos cubre a la vez que nos envuele es la máxima instrucción de que estamos vivos y listos para seguir contemplando su manifiesto más importante, la vida.