
Soñar despierto o sentir los pájaros sobre nuestras cabezas es sin lugar a dudas una sensación de auténtica libertad. ¿Quién no daría cualquier cosa por sentirlos cada vez que quisiéramos? Ilusión, esa palabra tan manoseada y a veces marginada de nuestro repertorio diario por el siemple hecho de sentirnos diferentes o creernos por un instante que podemos ser los dueños de nuestras fantasías. ¡Que absurda es limitación humana que se apodera de nuetra imaginación por el mero hecho de no ser capaces de sentir lo que nosotros sentimos!. Pájaros sobre nuestras cabezas que abriéndonos con su vuelo despejan cualquier horizonte oscuro y gris y que por un instante nos hacen los amos del mundo. Hoy no es posible compartir esos momentos ya que no son muchos los que sean capaces de asimiliar este fantástica e imperecedera forma de ser. Cada cual con su liturgia y todos nos sentimos felices, salvo aquellos que renuncian a subirse sobre esas alas y volar.