El arte de no pensar

Ahora que se va sintiendo ese sentimiento llamado nostalgia por los momentos vividos e intentamos que el tiempo corra más deprisa para poder hacernos con esa rutina a la que todos estábamos atados hace un año. Todos esos pedacitos de nosotros que se han ido quedando en el camino y por mucho que miremos atrás apenas logramos distinguirlos. Hay que pensar que «cada experiencia vivida con quienes han estado a nuestro lado son irrepetibles», por tanto saber valorar lo que tenemos es sin lugar a dudas la mayor fuerza para sobrellevar los vavenes y mirar el futuro de frente. Vivir es construir futuros recuerdos de los que un día volveremos a recrear en la memoria. Acordarnos de quienes fuimos y observar ahora lo que somos es la reválida perfecta. La defensa de la dignidad y del valor de la vida, tanto antes de nacer como en las edades adultas es la primera condición para encontrar justicia y paz. Ahí donde convergen democracia y derechos humanos que actualmente vamos descubriendo entre la marea de la incertidumbre y la cinta que describe lo que vamos haciendo en cada momento. Entre esos sueños prefabricados que ahora ya muestran esa forma de aceptar que hemos fuimos víctimas de nuestro propio éxito y hemos perdido ese «arte de no pensar» para fluir en el tiempo y disfrutarlo.

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