
Cuando todavía estamos serpenteando en opiniones y buscando un eje principal para consensuar los pasos a seguir, España espera. Si, espera a ese encuentro felíz con la vida y sus sonidos. Con el callejeo de sus gentes y por supuesto con la ilusión que se ha ido perdiendo poco a poco. Si bien por ineficacia o tal vez porque no sabemos muy bien el camino a tomar. Mientras esto sucede el silencio se apodera de todo y la vida se asoma a la esperanza de volver a sentir. Cuando la actitud frente a los problemas solamente la respetan unos pocos es entonces cuado se retrata a una sociedad. Sin vínculos y sin respeto haciendo de ésta un objetivo inalcanzable. La espera se despierta a nuestro lado y también cuando cae el sol y mientras los negacionistas creen estar en la verdad son ellos mismos los que se colocan las cadenas de su propia libertad.