
Y a la fuente se acercaba en esa mañana calurosa de junio. En esa plaza del Príncipe de Santa Cruz de Tenerife, donde tantos quedamos para vernos y hasta donde muchos llegan para pasear bajo su enormes árboles. Vaga el agua de la fuente como el latído sin prisa de un día que se asemeja a tantos otros y sin embargo no tiene un ápice de igualdad. Pero entre el silbido errante de las hojas que se balancean la paloma le susurra a la vida que es felíz de poder saciar su sed a la vez que contemplarse en las aguas cristalinas de la fuente. Un día, una mañana, las gotas de frescor de aquel rincón de la emblemática plaza del Principe es donde muchos quedamos para vernos y donde otros gustan de pasear entre sus árboles.