Subsanar viejas heridas

No somos conscientes del deterioro que se está ocasionando a muchas personas haciéndoles concebir ilusiones que sabemos no llevan a buen puerto. Nos llevamos de las decisiones egoístas de tantos parlanchines acostumbrados a embobecer a cuantos por desesperación les escuchan. La raza humana se está llevando un glosario de acciones incorrectas, declaraciones dañínas y consejos envenenados. Desde los más altos estadios de la sociedad hasta las esquinas más tristes y oscuras están dibujando el lienzo más grande de la vida «nuestra realidad» patente en cada sonido y en cada acusación con un único fin el hacer daño. Subgrupos que todavía se alimentan de ilusiones escritas en tiza y que no sabemos si aguantarán algún chaparrón mayor. Tal vez sean ellos los que saben beber a sorbos esa felicidad junto a los suyos y al final tendrán mucho más que contar a las nuevas generaciones. Molesta la diferencia en las personas y aún así nos aborregamos a la hora de montar una fiesta en la que todos somos iguales, eso sí, con una botella por medio. Nadie es capaz de dosificar su actitud frente a los otros estando solos ¿qué necesitan?, ¡valentía!. La actual sociedad necesita valentía por los cuatro costados. Subsanar viejas heridas y torpes razonamientos que solamente encaminan al odio y la agresividad. Las manos han dejado de estrecharse no sólo por la pandemía sino que se utilizan ahora para pegar, acuchillar o violar. Quizás en un futuro no muy lejano nos lleguemos a tirar de los pelos al ver nuestras actuaciones bañadas en dolor, insumisión y desesperanza. Tal vez en ese utópico futuro que ya se nos aproxima el hombre sepa un poco más.

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