
El resplandor de la tragedia dibuja cada noche el cielo de esa isla bonita que es parte de todos y que por desgracia en estos dias muchos se han acordado de ella. La naturaleza sigue imponiéndose al hombre y cada vez intentamos descubrir cual es su mensaje y también prepararnos para su irrupción en nuestras vidas. Hoy las lágrimas y la desesperación caen frente al mar que en su susurrar discreto nos acompaña y nos abre esa ventana a la esperanza. ¿Qué pasará dentro de unos días? El calenton de la noticia ha movido a muchos de sus escaños y de sus sillones. Algo así no sucede casi nunca y es digno de ver. Pero ¿con qué ojos estamos mirando hoy a la isla de la Palma?. Tal vez no se nos pasen por la cabeza demasiadas explicaciones porque todavía estamos en esa espera que nos llevará a reconstruir lo que vimos, lo que estamos viendo y lo más importante, cual será nuestro comportamiento hacia esas personas que han quedado bajo el cielo de la isla bonita y no tienen a donde ir. Las promesas son bonitas en el momento pero no hay que olvidarse de que están para ser cumplidas. Los habitantes de la isla están dando todo y se aprietan el cinturón frente al desastre. ¿Veremos lo mismo por parte del resto?. Ojalá me equivoque y salgamos de este mal sueño de la mejor manera posible. Pero como bien dicen aquellos que saben más por la experiencia «La vida sigue pero el tiempo no todo lo cura». Bajo el mar el magma reposa para siempre. Quizás esa tranquilidad aporte un ápice de esperanza para los que sintieron el zarpazo de un destino no esperado.
