
Igual que el agua y el viento horadan la roca abriendo cavernas de piedra en ella el hombre sin sentimientos es capaz de superarlo. Estamos viviendo acontecimientos únicos frente a horizontes desencarnados que nos llevan hacia precipicios de violencia y sin embargo muy pocos se sienten conscientes de ello. En el callado lenguaje de las sombras que nos acompañan a cada uno de nosotros se escriben esas actitudes de enfrentamiento y deslealtad hacia los seres humanos haciendo con ello un panfleto multicolor que lo único que nos muestra es lo que se está preparando en esta sociedad esquiva. El imperativo moral del que muchos hacen alarde de poseer sin tener la menor decencia de decirlo es la vitamina que nutre a todo este entramado de miedos, fobias, ensañamiento y vulnerabilidad. La vida no consiste en lograr el bien aislado del mal, sino a pesar de él. Aspirar a algo, ese hábito de hacer que el sufrimiento y sus causas disminuyan no está registrado en nuestro anagrama diario. Crecer en sabiduría tampoco ya que son demasiados los que presumen y muy pocos los que actúan. El camino es la evolución y por tanto no está en ningún mapa. Llega a nosotros momento a momento para luego quedar atrás y desaparecer de nuestra vista. Todo es viable. Cada acción cuenta y también cada pensamiento y cada descubrir, por muy sutil que nos parezca. Crear odio es lamentable y sin embargo hoy estamos haciendo uso de él a cada momento, en aquellos que no nos apoyan y en los niños que nada más alejado de su espontaneidad ya fomentan rencillas peligrosas. En la fugacidad de la vida se halla su verdadera esencia y no hemos sido capaces de pretogerla porque continuamos dejando que la sinrazón horade nuestra vidas y también nuestro futuro.