
El sol ya me lo dice en este rincón de la isla cuando la vida flota como el humo dormído en la apurada intimidad de las cosas. La silueta del paisaje se ve pespuntado por los dorados poleos y un mar violeta se funde en la tarde con el Teide frente al océano y mi cuerpo se estremece frente al ocre amarillo en esta sinfonía que ya se escucha. Octubre que me dejas oír el silencio de los árboles mientras ocultan la cara de la luna que todavía no se ha empezado a colar por mi ventana como cada año. La coruja y la alpispa ya pintan con su vuelo el cielo del atardecer y las bocas abiertas de la espuma de las olas se insunúan ya frente al viajero presagiando la lujuriosa belleza de las noches. Un invierno cercano ya nos presagia soledad en los ampos y también en las naciones ante la falta de razón, humildad y respeto del mundo frente al mundo. Este mar que ya es camino y distancia nos descubre que hemos fallado y nos pone en alerta ante las desflecadas nubes de nuestro presente.