Antes de mañana

El castaño sacudirá nuevamente sus ramas dejando caer el preciado fruto. Los senderos y caminos buscan el frescor de la lluvia en un otoño casi veraniego que ya nos agobia. Pero todo volverá porque nada es lo que es y lo estamos comprobando día a día. En el deambular de este mundo un tanto distinto nada nos llega a sorprender más que la incierta evolución de las estaciones y la locura adversa de los que intentan frenar el proceso del tiempo. Nos hemos equivocado, sí, y aún sabiéndolo seguimos como ausentes en el ir y venir de nuestros caprichos un tanto exagerados que minan muchas de las riquezas que nos han sido otorgadas. El castaño seguirá ahí contemplando la llanura del valle con su pespuntar de nuevas especies y con el remontar de más otoños. El fruto está ya casi listo para saborerar. La lumbre está preparada y el regocijo de quienes cada año se reúnen frente a las brasas compañando el momento con el buen vino recién descorchado para sentir el humo elevarse hasta un cielo repleto de estrellas del mes de noviembre.

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