
Donde no manda patrón manda marinero y eso es lo que sucede cuando se intenta mantener el tipo y la comodidad, pero se carece de confianza.¿A cuántos escalones estamos para llegar a un consenso que dé prioridad a las personas y no a los bienes terrenales? Las velas desplegadas al viento se sienten huérfanas de esa dirección correcta que les haga llegar a buen puerto y destrozar el camino sin mermar las posibilidades de un futuro digno para las personas. La tan manida expresión «no dejaremos que nadie se quede atrás» ha quedado en el olvido sin apenas intentarlo porque continúan los favoritismos, el engaño y la malversación de esas manos que todo lo quieren y que tan poco saben. Y como bien decía la canción «Y se marchó, y en sus velas dibujó libertad», sería la hora de hacerse a la mar y diseñar ese camino que todos queremos y que por falta de decisión y valor nos va a costar muy caro. Elevemos anclas y aprendamos a decir NO a quienes hacen de nuestra vida y de nuestro futuro un feudo en su propio beneficio.