Quebradizo e incierto entre las manos de quienes dicen llamarse políticos es nuestro futuro. La verdad está sobre la mesa y mientras unos en dos días han solucionado un cambio significativo en el país, otros seguimos «moliendo la batata» de sí tú o yo, no me toques las narices, a ver quien es el más listo.
Ñoñerías de chicos de escuela frente al resabido que siempre, sin saber como se hace con el balón no mete un gol en su propia portería, todos a una y hacerse con el sillón. Frágiles deseos de un país que arrastra ya la friolera de siete meses y continúa el embarazo. Nadie sabe si será por cesárea o parto natural, aunque de esta manera parece más difícil. Conjeturas, tertulias radiofónicas, que siempre están arrimando el ascua a su propia sardina. Andantes ciudadanos que han hablado y que no se les hace caso. La crisis sigue creando nidos de afectados y cuando el límite de la pobreza extrema se cifró en un dólar al día, parece que hoy nadie sabe como hacerle frente. Ya se ofrecen hasta diez mil euros por emigrante acogido en un país. En fin la casa por la ventana y la UE trata de seguir jugando a las «casitas» con sus miembros. Madurez y cordura, señores diputados y eurodiputados. Sensatez y toma de decisiones congruentes para intentar que ese frágil contorno de un sueño no se rompa y que las manos de quienes intenten restaurar las ya posibles fisuras no equivoquen su camino y sean lo más ecuánime posible. «Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas». Bertrand Russell.