Estamos en días en los que las calles se llenan de luz y fiesta. Los colores del invierno aparecen ante nosotros como tristes poemas que inundan de nostalgia las vivencias cotidianas. Pero siempre hay un porqué para alegrar ese sentimiento y dibujar esa ilusión que ya creíamos perdida, bebiendo de los colores de la paleta que un pintor callejero nos regala en la ciudad. Inadvertida pero exuberante matiza todos los tonos de una estación que acontece en buenos deseos para todo el mundo. Ese detalle inadvertido que al volver la esquina se nos regala por el solo hecho de existir. ¿Qué nos deparará el mañana? Cuando el sol se ponga y las luces serpenteen nuestras pisadas el lápiz del tiempo escribirá en una nueva hoja nuestro destino. Felices Fiestas.