Imagen: Auditorio Adán Martín de Santa Cruz de Tenerife.

Mientras unos todavía hacen buenos propósitos para el 2017 otros se enfundan la corona de laureles haciéndonos creer que son los imprescindibles para que este país funcione. «120 años» como vivió Moisés o tal vez más harían falta para reestructurar todo este puzle en el que estamos metidos. Pero hay quienes piensan estar gobernando como minoría y sin bases estructuradas ni razones confirmadas para ello. Acordes entre los desacuerdos de una nación que levanta el cuello para respirar un poco sin la garantía de que ese balón de oxígeno que necesita se fragüe y le beneficie. En este pentagrama de opiniones, debates, cumbres y convenios se tejen los futuros meses de una nación  acribillada por los impuestos y las salidas de tono de muchos,  donde las explicaciones son mudas y las mentiras elocuentes. Buscar consenso es muy difícil cuando ya nadie cree en nadie y todo carece de integridad, respeto y humanidad. La ley carece de baza para ejecutar sus sentencias y las altas esferas  se frotan las manos sabiendo que a ellos jamás se les pondrá la mano encima. ¿Es esto  avanzar? o por el contrario estamos tan enlodados que ya ni tan siquiera podemos creer en nosotros mismos como un país próspero. El concierto está ahora en la batuta de quien mejor sepa dirigirlo y por lo que veo tardaremos en tenerlo porque «120 años» son demasiados con una misma sintonía.