En la ciudad portuguesa de Coimbra existe un apartado precioso al cual todos los que hasta allí viajamos deberíamos de visitar. Es un encuentro con los años de nuestra vida donde todo nos parecías inmenso y en el cual nada estaba por demás. ¡Aquellos maravillosos años! que refulgen en la memoria del tiempo, de las cosas y de los aconteceres que un día, no lejano nos hicieron vivir experiencias inolvidables. No hace falta ser niño para disfrutar de esas sensaciones escondidas que hoy brotan como burbujas de una bebida refrescante.

«La vida no se trata de encontrarse a uno mismo sino de crearse a uno mismo. Los recuerdos comunes son a veces los más pacificadores y tratemos de mantener siempre un trozo de cielo sobre nuestras cabezas, porque el verdadero viaje del descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes con el fin de tener nuevos ojos»