Como un encaje desflecado asoma la nariz el mundo bajo nosotros. A más de diez mil pies me asomé a la ventana y la imagen quedó grabada en mi cámara. Allí abajo todo parece tan insignificante como lo que en realidad somos. Un grano de polvo en la inmensidad del mundo. Tal vez desde otros planetas nos vean así de pequeños y sepan tan poco de nosotros como nosotros de ellos. Pero eso ya es otra dimensión. Otros mundo, otros proyectos que ahora se van configurando y de los que sabemos y tal vez ni tan siquiera lleguemos a ver. Lo realmente importante de todo esto es que por esa ventana hacia el mundo he podido coger al mundo entre mis manos, ¡emocionante!