ABALORIOS

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Estamos ya tan acostumbrados a disfrazar la verdad que casi nos resulta imposible decir lo contrario. Como las  cuentas de un collar con un diminuto agujero al medio que se van hilvanando hasta conseguir esa cadena de circunstancia, tropiezos, malos hábitos y negligencias y creando todo un cuadro de superficialidades. ¿Qué tratamos de esconder tras esa pared de abalorios sin sentido que continuamente elaboramos? Es cierto que cuando hay mucho que esconder nada puede ser tan grande como para cubrir nuestro fracaso. Los dimes y diretes se multiplican y ya casi  nadie sabe si lo que dijo fue digo o lo que  quiso decirnos fue Diego. La pasarela Cibeles es ya todo un reclamo de paparazis y de afectados por tanta basura política. Ya no se buscan razones solamente se desean esclarecer los hechos de una mafia de guante blanco que si Dios no lo remedia quedarán impunes para seguir haciendo de las suyas. Y mientras el ministro de Hacienda se contradecía con la bajada de impuestos para el 2018. ¡Eso ni él mismo se lo llegará creer nunca! Más de lo mismo y sin tiempo para bostezar porque con la canícula que está cayendo el descanso no es posible y las noches son muy largas. Créanme señores que ya la parrilla está calentita y al fuego y no se quemen por favor que las urgencias están colapsadas y  en los puertos se almacenan los problemas. Ni el médico chino es capaz de resolver todo esto y miren que estos se las saben todas.

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