Recuerda siempre que tu propia resolución de triunfar es más importante que cualquier otra cosa. El «despropósito», o dicho fuera de razón se ha convertido en un arma arrojadiza que tratamos de utilizar para perjudicar a quienes no comulgan con nuestras decisiones ni nuestras ideas. Muchas son las maneras de manifestar esa violencia mórbida a la cual condicionan las mentes radicales, machistas, dictatoriales y que a diario se vuelven efervescentes en nuestra comunidad arrasando con todo lo que pillan a su camino. Hemos perdido el don de mirar hacia delante y siempre nos vanagloriamos de sacar los trapos sucios con tal de hacer daño al otro. Esa venganza relajona y corrosiva que no conduce muy lejos de nuestras propia narices porque no sabemos hacer otra cosa sino achantar para conseguir, matar para considerarnos más fuertes, e imbéciles para caer una y mil veces en el mismo hoyo. La vuelta al yo, al seno materno, ha nacido como el grito de guerra para recuperar esa fortaleza carcomida que hemos ido haciendo crecer en nosotros mismos influenciados por esas mentes en gris que afloran a cada paso. No hemos podido encontrar la fórmula que contraiga a ese despropósito instaurado en nuestra sociedad haciéndola vulnerable a los desafíos del futuro y a las razones que la humanidad posee para seguir avanzando.