Y así fue. La «utopía»  como el merengue en el plato. Tuvieron un sueño, igual que un día lo tuvo Martin Luther King, pero en realidad estos se estaban engañando a sí mismos. El mazazo ha hecho estragos en la economía de Cataluña y por supuesto las ondas expansivas salpicarán en cualquier momento a todo el territorio nacional. No hay retorno para volver a evaluar lo sucedido porque el tiempo corre ya en nuestra contra y la metástasis se acelera considerablemente. No hay esquinas donde esconderse porque ya es el momento de dar la cara y no cobijarse  tras el poder judicial ni a la sombra del rey. Salir solo ante el peligro es avanzar en la toma decisiones. Todo está salpicado aunque aún no nos lo parezca y hay que renovarse políticamente. Cuando hace unos meses no se creó un consenso entre los partidos para logar un gobierno capaz de defender a todos los españoles ya se auguraban tiempos difíciles, entre apaños e intercambio de votos por dinero. Nada menos ético porque los valores no se compran, se consiguen con el esfuerzo y el buen hacer. Y se nos han ido los días con  charlatanería barata ya que todo hacia presagiar que la cura no era definitiva. No tardaron en salir pequeñas bocas demandando un cambio. Ahora es el momento de tirar lo viejo y cansino y hacer un proyecto común donde todos tengan cabida y en el cual todas las voces sean oídas. Basta ya de mediaciones, esperas y tiempos muertos porque la única que se muere aquí es España. Elecciones Generales y Autonómicas ya. En los conventos y en los gobiernos hay que limpiar con lejía constantemente. Abrir las puertas y que entre el aire fresco.