Quizás si esa tarde no hubiera declinado por el atajo no hubiese podido plasmar ese momento. Todo parece que está escrito y sin embargo que poco caso hacemos a esos flechazos de espontaneidad que se cruzan en nuestro camino. La espontaneidad planificada no existe y es cierto. Un flechazo en borde del puente en esa tarde calurosa del mes de octubre. Y yo pasaba por allí, cuando siempre tomo otro camino. Sorprenderme de la belleza de ese momento acarició toda mi sensibilidad y con suma destreza encarné ese momento de amor colombófilo a primera vista.