Desde el año 2008 las economías más fuertes se han visto presionadas para dar muestras de solidaridad pero imponiendo siempre unas exigencias de austeridad que dificultan la recuperación de dichos países rescatados. En Europa no nos libramos de fomentar ese rencor social que partiendo siempre de los mismos cultiva su propio interés. La razón de unos es el sufrimiento de otros. Las migraciones no son ninguna novedad. Han cambiado las condiciones y la forma en función de como se ha ido produciendo el cambio social. Pero el verdadero cambio social no se ha producido todavía entre las naciones más poderosas del mundo porque te trata de frenar algo que no es posible. Mientras se someta al hombre a unos dictámenes tiránicos y se le niegue su progreso seguirán surgiendo esos brotes de rencor social que van minando el entramado de las uniones y las conciencias de sus gobernantes. En ese impulso de dividir a los seres humanos en «estos» o «aquellos» habrá fracturas en la estructura social de las naciones. Negar lo evidente carece de valor porque pagamos por nuestras propias palabras y entonces el remedio ya habrá engendrado nuevos rencores. Creerse el salvador del mundo es una vil acción que no lleva a ningún sitio, solamente a perder el tiempo. Un tiempo importante. «Se está privatizando la esperanza en todo el mundo pero principalmente en Estados Unidos y Reino Unido. La que más se ha visto atacada ha sido esa clase de esperanza social que es la motivación que impulsa los movimientos que hay que hacer para que el mundo sea más libre, más igual, más democrático y más habitable» palabras de Ronal Aronson del Boston Review, 26 de abril 2016. Todo tiene cabida en este mundo mientras el hombre no se crea el centro del mismo.