La vida en todas sus connotaciones merece la pena ser vivida. De nada nos vale tenerlo todo a nuestro alcance si no dedicamos tiempo para vivir. La envidia, los celos y los resquemores hacen de nuestra existencia una pesadilla que tenemos que cargar cada uno de nosotros. Demos una oportunidad a la vida, a las relaciones, a esos sentimientos que permanecen marchitos o en la sombra porque de ellos nos saciaremos para renacer de nuevo al mundo. Podemos encontrar una manera de que las cosas funcionen pero iré a cualquier parte siempre que sea adelante, porque no se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos. Y recuerda que si algún día necesitas una mano que te ayude la tendrás al final de tu brazo. Y a medida que envejeces descubrirás que tienes dos manos, una para ayudarte a ti mismo y la otra para ayudar a los demás. Por eso disfrutemos de la vida hoy y mañana. No dejemos que los minutos se escurran entre nuestros dedos sin vivirlos ya que son de un valor incalculable. Estamos matando nuestros sueños por esa falta de tiempo que cada vez nos ahoga y nos condiciona más. Nuestro tiempo es nuestro y nuestra vida en él también lo es.