La noria al ritmo del tiempo, de los segundo, pero también de las ilusiones. Después de cada decepción la vida nos traza una serie de incógnitas para hacernos reflexionar sobre nuestra actitudes, a la vez que refuerza nuestros impulsos y nuestras decisiones. Llega ese momento en el que casi todo queda dicho y donde nos presentamos tal y como somos. Nuestro yo más íntimo se revela y condiciona aquellas presiones que nos han venido manipulando. Es sabio el esperar pero más sabio todavía el revelarse contra las injusticias en ese momento oportuno donde todos los condicionantes están en equilibrio y nuestras palabras en armonía. Una sílaba de más puede provocar una mala interpretación del hecho por lo que hay que ser prudentes, cautos y decisivos. Cuando todo vale no es posible la convivencia y cuando los valores de las personas son vulnerados ya no tienen cabida las horizontales aspas de esa noria gigante que «sube y baja» que «gira y gira» al unísono del tiempo y en la que todos estamos mecidos por sus cestos.