Desde nuestro nacimiento llevamos ancladas las líneas en nuestra vida. Nuestras manos dibujadas de finos trazos que tantas veces nos muestran el destino, la identidad propia de cada uno con las huellas digitales. Las líneas de nuestras facciones nos hacen ser diferentes a los demás creando nuestra propia personalidad. La educación con su estadios de aprendizaje y desarrollo para convertirnos en seres independientes. Y la más importante de todas la línea de nuestra actitud frente a los avatares, los tropiezos, los sentimientos y los logros. Todas las personas nacemos como originales pero morimos como copia, porque la vida nos cincela a semejanza de nuestros condicionamientos. Esa lineal forma de existir, con sus desviaciones y sus paradas es la que hace que el ser humano vea que la vida no se vive por las veces que respiras sino por los momentos que dejan sin aliento. Y con el tiempo te das cuanta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estás viviendo en ese instante.