Ayer me hacías un guiño. Con tu espectacular belleza en la mañana fría de febrero mostrabas el poder de seducción que tienes. Eres gigante, pero también silencioso, aunque sabes expresar ese lenguaje que solo algunos podemos entender. Tu blanco armiño verifica que todavía nos quedan días de invierno en la isla. Puestas de sol para contemplarte y noches estrelladas para escribir tu memoria.